“Ni en los peores años de sistema de ‘partido hegemónico’ -como denominan los morenistas hoy empoderados a la época de dominio pleno del PRI- sucedía esto”.
@CalderonHallal1; fixiflaux99@gmail.com
Es totalmente reprochable la actitud del senador Gerardo Fernández Noroña, de negarse a conceder permanentemente el uso de la voz al también senador Alejandro ‘Alito’ Moreno Cárdenas del PRI, ayer por la tarde durante la sesión plenaria.
Ni en los peores años de sistema de ‘partido hegemónico’ -como denominan los morenistas hoy empoderados a la época de dominio pleno del PRI- sucedía esto.
En comparación a este presidente de la Mesa Directiva del Senado actual, un Enrique Olivares Santana, un Miguel González Avelar o hasta un Nicolás Reynés Berezaluce, priistas químicamente puros, liberales, centro-progresistas, eran auténticos caballeros en su trato con todos y cada uno de los integrantes de ese cuerpo legislativo.
Nunca hubo una queja hacia ellos de parte de ningún senador -opositor o priista- en el sentido de que violentaran la ética o la moral política del Senado… y mucho menos su reglamentación orgánica como instancia de autoridad.
Y de haberla habido, el propio sistema político, con sus mecanismos de autocontrol o correctivos -que sí los tenía y los observaba- se encargaba de sancionar en alguna medida al actor o autoridad que incurriese en esas conductas.
Funcionaba, la ‘policía política’. El presidente de México recibía informes, al igual que el secretario de Gobernación… para actuar en consecuencia; pocas veces lo fue para ‘archivarse’ la información.
Pero esos definitivamente eran otros tiempos.
A diferencia del pasado, en que los políticos en cargos de autoridad, sabían que debían conducirse con un mínimo necesario de apego a la ética y la moral política, cuidando las formalidades … hoy al parecer a los protagonistas del poder como Fernández Noroña, les “vale Wilson” actuar con apego a la norma y a las reglas establecidas, pues no son sancionados ni reprimidos.
Es incluso probable, que sean estimulados por sus superiores cada vez que humillan a los actores políticos del PRI o del PAN.
Políticos de la 4 T encumbrados como Fernández Noroña, debiesen revisar su conducta pública… y hasta concebir quizá de manera distinta su propio concepto de mayorías y minorías.
Hoy día, en ninguna democracia del mundo, en ningún país del mundo incluso, sea del tipo que fuere su sistema de autoridad… vamos, sea rico o pobre, el Gobierno orienta sus políticas públicas bajo criterios determinados por “las mayorías”. Esos tiempos ya pasaron.
Hoy se habla de primeras minorías, de segundas o terceras minorías, según su nivel de población integrante… pero no hay “mayorías”.
Se atiende con criterios -lo más igualitario posibles- de equidad e igualdad de todos los ciudadanos con respecto a la ley vigente en ese país y desde luego, a la ideología que hoy está de moda en el sentido de que cualquier nueva conquista colectiva de la ciudadanía o cualquier acceso a lo que antes estaba limitado a la mayoría de la población, es hoy un Derecho Humano.
Ya no hay “mayorías absolutas”, (aplastantes) ni en la actual Federación Rusia, ni en China popular, ni en la República de Vietnam… solo quedan residuos en América Latina, de esos “mandarinazgos tropicales” absurdos, que no han sido capaces de evolucionar como en los exitosos casos anteriormente mencionados en Europa y Asia.
Son los casos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, por citar algunos, donde existen auténticas ‘Dictaduras de las mayorías’ y que constituyen per se, por definición propia, auténticas violaciones colectivas a los Derechos Humanos de las personas.
Aunque hay ya un auténtico debate… una controversia en términos de opinión pública sobre calificar como “Dictadura de las mayorías” a estos regímenes latinoamericanos, o bien etiquetarlos como simples estados fallidos en sus intentos de consolidar un “narcosocialismo” al interior de sus territorios.
El caso de México no es muy desapegado a estos últimos; de ahí la preocupación de muchos opinadores, observadores y actores políticos de oposición en el sentido de no tomar ese rumbo tomado por Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Y el primer paso para oponer una resistencia a esas pretensiones del actual gobierno morenista de la 4 t, encabezado por Claudia Sheinbaum, es precisamente empezar por consolidar una oposición fuerte, congruente con las necesidades que se tienen para oponer resistencia eficaz y digna a las formas y al fondo de las políticas e impulsos legislativos de este Gobierno Federal mexicano.
En el senado hay varios prospectos de liderazgo contundente, valiente, capacitado, preparado, con vocación de servicio, con un lenguaje llano, con patriotismo y en algunos casos, con rostros muy frescos, novedosos: Ricardo Anaya, Luis Donaldo Colosio Riojas, Jorge Álvarez Maynez, Manlio Fabio Beltrones (aunque ya no es precisamente un joven ni un rostro nuevo) y Alejandro ‘Alito’ Moreno Cárdenas.
Este último es el actual dirigente nacional del PRI.
Es, desde ya, uno de los más destacados líderes de opinión al interior del Senado.
Alejandro Moreno ha mostrado una actitud valiente, tenaz, digna de esa gran mitad opositora que hay en este país actualmente y que está inconforme por el rumbo que está tomando la administración federal y la de la mayoría de los Estados gobernados por Morena; donde no se reconoce la mínima falibilidad en las acciones de Gobierno. Donde se niegan permanentemente a escuchar la voz de la minoría opositora.
Por eso el acto de rebeldía que mostró ‘Alito’ Moreno ayer junto al sitial del presidente de la Mesa Directiva, Gerardo Fernández Noroña, reprochándole de frente, personalmente y de tú a tú, el hecho de que el líder del PRI estuvo solicitando la palabra durante todo el desarrollo de la sesión plenaria… y le fue negado sistemáticamente ese derecho; es digno del reconocimiento público de la sociedad mexicana y lo sitúa ya a ‘Alito’, como uno de los líderes arquetípicos de una oposición emergente desde el Senado mexicano en estos momentos.
La oposición se está consolidando en cada uno de los partidos y ya entendió también que necesita acelerar el paso, actuando con determinación y firmeza, detectando a la vez e impulsando nuevos liderazgos, que se sumen a los que hay actualmente.
Una oposición mexicana que empieza a distinguir el sentido de su lucha: Evitar a toda costa la consolidación de una ‘Dictadura de las mayorías’ en este país…. Por el contrario, pugnar por un país que antes que todo, reconozca e incorpore a todas las formas de expresión minoritarias… que nunca más las discrimine.
Una oposición que entiende que todas las sociedades del mundo, sin excepción, están integradas de minorías, cual si fuesen piezas indisociables de un rompecabezas, que estará incompleta cuando le falte una sola de ellas, por pequeña e insignificante que sea.
Una oposición que propone, que nunca más un país que deje al margen del progreso y de las decisiones políticas a los opositores al gobierno en turno.
Y así como lo ha repetido ‘Alito’ Moreno -recio y quedito-, se necesita una oposición que empiece por “llamarles a las cosas por su nombre” y por asumir con valor la responsabilidad histórica que se tiene frente a lo que está “mal parado”.
Ayer