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Verdecruz, una perspectiva real y cercana de la lepra

El mínimo elenco de siete profesionales, bajo la magistral dirección de Espinosa, otorga memoria y voz a una multitud de testigos que hace mucho tiempo se fueron, pero dejaron vestigios; que experimentaron, que tuvieron nombre, historia y vida… Una vida muy triste y escalofriante.
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Texto y Foto: Juan Pablo Llorente.

 

Ciudad de México, lunes 21 marzo 2022.- ¿Cuánto dolor, cuánto destiempo y atraso ha traído a nuestras vidas la irrupción de la última enfermedad mundial? Tenemos muchas quejas y ciertamente, esta pandemia ha sido una calamidad y un dolor generalizado. Pero en perspectiva, históricamente, esta enfermedad ha sido un relámpago que vino de la nada, o de una sopita de murciélago, según fuentes. Hay enfermedades con las que la humanidad ha arrastrado desde que tenemos historia, o sea, desde que escribimos y tal vez más allá.


Una de estas enfermedades es la lepra, la enfermedad de Hansen, producida por el Bacilo de Hansen. La verdad es que muy pocas veces he pensado y, hasta hoy, nunca había profundizado en el tema de la lepra y los leprosos. Se habla de los pobres infelices afectados por este mal en la biblia y en muchos libros de historia, se les habla de ambas cosas a nuestros niños en la escuela y en algunas películas, casi siempre, con tintes históricos y desde una perspectiva distante, muy alejada y con frialdad y notorio desapego.

Al respecto, en últimas fechas se estrenó la obra de teatro, Verdecruz o los últimos Lazaretos, de Ingrid Bravo y Mario Espinosa, en el icónico y pequeño foro Santa Catarina de Coyoacán. Una producción detallada y con una fuerte carga emocional, de esas que te enchinan la piel conforme te adentras en un cruento viaje de setenta y cinco minutos. El mínimo elenco de siete profesionales, bajo la magistral dirección de Espinosa, otorga memoria y voz a una multitud de testigos que hace mucho tiempo se fueron, pero dejaron vestigios, que experimentaron, que tuvieron nombre, historia y vida… Una vida muy triste y escalofriante. ¿Por qué escalofriante?, porque padecer lepra significaba perder todos los derechos fundamentales, merecer nada, significaba estar relegado de la sociedad, pero al mismo tiempo, supeditado a la voluntad de aquellos pocos “sanos” que decidieran dedicar parte de su tiempo, parte de su vida a velar por estas personas condenadas al exilio y al olvido.


Una puesta en escena que aborda un tema muy humano, presentada con una técnica llamada VERBATIM, cuya principal característica es plantear explícitamente testimonios de la vida real, de reproducir un discurso ajeno de forma literal.


Entre las funciones del teatro se ha encontrado siempre la finalidad de la expresión, la meta de transmitir un mensaje; en este muy bien logrado caso, percibí que no debemos permitirnos olvidar lo humanos o inhumanos que podemos ser como grupo, como especie. Lo falible de una sociedad y lo incongruentes que ésta se puede mostrar ante el dolor ajeno. Por otro lado, lo cándidos y cálidos que pueden mostrarse algunos de nosotros, en especial, en esos momentos en los que la historia nos cuenta que aunque anónimos, pero también han existido héroes.

Con las actuaciones de; Sandra Cecilia, Sebastián Cobos, María Kemp, quien alterna con Ingrid Bravo, José Juan Sánchez, Sabrina Tenopala y Andrés Tirado; la obra se presenta todos los miércoles, jueves y viernes, a las ocho de la noche; sábados, a las siete y domingos, a las seis de la tarde en el foro Santa Catarina, del querido Coyoacán, fuente de cultura.


El contenido de la obra, basada en el libro “Nuestra historia no es mentira. Vivir con lepra en Ecuador” de Beatriz Miranda Galarza, gira en torno a los leprosorios de mediados – finales del siglo pasado, a los ubicados especialmente en Ecuador y Colombia, develando a las generaciones actuales el crudo camino de la conciencia colectiva a la que, como sabemos, siempre le faltará mucho por recorrer. Es ampliamente recomendable.


Al entrar al foro se antoja muchísimo sentarse en el segundo nivel y aunque otorga una perspectiva única yo no lo volvería a hacer, para disfrutar la obra en su máximo potencial les sugiero tomar los lugares de abajo.


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