Cilau Valadez es heredero de una tradición ancestral de arte wixárika con más de medio siglo de antigüedad.

Redacción
Fotos: Cortesía
Ciudad de México, jueves 24 noviembre 2022.- Entre todo el folclor artesanal autóctono mexicano el Huichol es uno de los más reconocidos a nivel mundial, por el colorido de sus piezas y la maestría de su factura, elementos que le otorgan un atractivo singular e irresistible, que puede apreciarse en las 30 obras que integran la tercera edición de la Bienal de Arte Huichol, cuyo principal objetivo es exaltar la cosmovisión Wixárika con toda la significación y simbolismo que involucra.
Uno de los autores wixáritari que exhiben su trabajo es Cilau Valadez, quien participa en colaboración con Benito Quintero, su sobrino y también talentoso artista. La creatividad de Valadez rebasó ya las fronteras y es reconocido en otras latitudes, donde se le identifica con el linaje Marakame, heredero de una dinastía de artistas mexicanos visionarios.
Y el mismo así se asume con orgullo, pues además de ser originario de Santiago Ixcuintla, Nayarit, dice haber nacido para dedicarse al arte y con ello continuar con el importante legado que su familia ha forjado con el respaldo de varias generaciones. Su trayectoria germinó al cobijo, principalmente, de un gran maestro personificado en la figura de su padre, Mariano Valadez, distinguido artista local cuyo legado rebasa ya el medio siglo, no por nada se le conoce como una leyenda viviente.

La dinastía a la que pertenece el joven artista ha preservado la creación de las llamadas Nierikas, obras elaboradas con el método de pintar con estambre, consistente en una base de madera a la cual se le aplica una capa de cera de abeja o resina de pino para que se adhiera el estambre, el cual se va presionando con una herramienta que es una aguja que tiene una pluma de águila.
“Siempre fuimos conocidos por tener los tejidos más finos y cuidado a cada detalle en el estambre, no tanto por la escala o el tamaño de las obras”, señaló el artista de 34 años que ha tenido presentaciones en América, Europa, así como otras más en Oceanía y Asia.
Cilau significa “la vibración del amanecer” aunque para el artista podría significarse casi como una consigna profética, de buen augurio, ya que a los 18 años realizó su primera obra profesional cuyo tema central fue precisamente la representación gráfica de su nombre, entonces amaneció su carrera, la pieza valió para que la Galería Atotonilco de San Miguel de Allende, le hiciera su primer pedido, denominado, “La gran sorpresa”, con la que terminó de definir su propio estilo, impulsado por su maestro Marakame don Julio y por la influencia de su vida fuera de la tradición wixárica.

Su inspiración viene de tres ramas; la tradición wixárica que viene de los cantos y de los rezos; las visiones que obtiene en ceremonias; además de sus aportaciones personales. Sus formatos siempre son circulares aunque eventualmente trabaja en sustratos cuandrangulares. Una pieza de 60 centímetros de diámetro le lleva mínimo 28 días hacerla, pero hay otras de la misma medida en las que se puede tardar hasta dos meses, todo depende de los detalles y colores que se usen en cada una.
En la Bienal Cilau y Benito presentan la pieza “Ta’matzi Paritzika Nierikaya” (“La esencia de la expresión artística Wixárika”), para observarla sólo hay que acudir al Hotel Presidente InterContinental, Polanco CDMX, donde permanecerá hasta los primeros días de diciembre para luego emprender una gira por el Valle de Guadalupe, Los Cabos, Riviera Nayarit y Tulum.
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